Esto También Pasará
La siguiente lectura es una adaptación personal del libro Vivir Bellamente, que utiliza como base los Tres Votos del budismo tradicional.
El primer Voto “Pratimoksha” es el compromiso de hacer el bien con nuestras acciones, palabras y pensamientos. El compromiso para mostrar bondad unos con otros, de apoyar siempre a los demás.
El segundo Voto “Bodhisattva” invita a los seres humanos a dedicar nuestra vida a mantener nuestros corazones abiertos y alimentar nuestra compasión con el propósito de aliviar el sufrimiento del mundo.
El tercer y último Voto “Samaya” habla de la elección de aceptar el mundo tal y como es sin prejuicios, sin resistencia, de vivir siempre en el presente.
Lo primero que resulta importante reconocer y aceptar es que en la vida nada permanece estático, lo único que permanece es el cambio mismo. Por eso desde el compromiso de hacer el bien y operar con bondad, te invito a mantener tu corazón y tu mente abiertos con el propósito de que éste mensaje te sirva para aceptar el mundo en el que vives sin prejuicio alguno, alcanzando a crear un cambio a favor de las circunstancias actuales de tu vida.
Hoy en día existe cierta incomodidad ante la vida, incomodidad que surge del esfuerzo por aferrarnos a un punto de apoyo estable, algo que nos permita sentir seguridad y por lo tanto permanecer en nuestra Zona de Confort. El conflicto real al que nos enfrentamos reside en nuestra aspiración de permanecer siempre felices y plenos, lo que en muchas ocasiones no es más que una ilusión, pues a lo que llamamos “sufrimiento” lo encontramos en nuestra propia resistencia al cambio.
Algunas personas al día de hoy viven en un estado intermitente de negación, no aceptan nada que no encaje con la imagen que han forjado de ellos mismos o de la vida, de hecho si miras profundo y desde una postura de compasión descubrirás qué se vuelve habitual incluso el hecho de que tampoco encajen las creencias “positivas” por el simple hecho de permanecer aferrados a la imagen tan sólida que definimos de nosotros mismos en nuestro pasado.
Cuando no puedes aceptar algo que no encaja con la idea que tienes preconcebida de ti mismo se le conoce como Apego al Yo. Y lo cierto del apego es que posee una cualidad visceral asociada con apropiarse de lo que sucede o en ocasiones por hacer todo lo contrario que sería apartarse de la situación o del sentimiento mismo. El Apego al Yo se trata de la sensación asociada con los siguientes pensamientos < Me gusta / Quiero / Necesito > O de < No me gusta / No quiero / No necesito esto / Quiero que desaparezca >. El apego te mantendrá atrapado, ya que crea una sensación de bloqueo, cierra completamente la posibilidad de crear y en ocasiones hasta de ver una nueva posibilidad. Lo peligroso del apego es que también viene acompañado de la necesidad imperiosa de recurrir a algo que nos de placer o que funcione como una fuga para aliviarnos de esos sentimientos que consideramos “incómodos”. Desde trabajar en exceso, permanecer en el celular, consumo de alcohol desenfrenado, tabaquismo, dependencia a los estupefacientes o comportamientos como comer en exceso, ordenar de manera compulsiva, mantener todo en desorden o prácticas sexuales desmedidas.
Pero ¿Cuál es la alternativa ante estás emociones y sensaciones? A las que se nos ha enseñado a evadir cotidianamente. La neurocientífica Jill Bolte Taylor escribió un libro titulado My Stroke of Insight donde explica el mecanismo fisiológico que hay detrás de cada emoción que sentimos como seres humanos. Por ejemplo una emoción como la ira, es una respuesta automática que dura alrededor de noventa segundos desde el momento en que se desencadena hasta que completa su recorrido y desaparece, un minuto y medio ¡Eso es todo! Si dura más tiempo, significa que hemos puesto de nuestra parte para reavivarla, recrearla y sostenerla.
Es aquí en donde encontramos una respuesta pues podemos aprovecharnos de que nuestras emociones tienen una naturaleza tan fugaz y cambiante para vivenciarlas y dejarlas ir. Fíjate cuando una emoción permanece es porque la alimentamos con nuestros pensamientos, experiencias, miedos y recuerdos. Nos dedicamos a reciclarla una y otra vez, es nuestra historia personal reforzando nuestros viejos hábitos, reforzando hasta nuestras viejas sensaciones. Por ejemplo; cuando algo nos molesta en lugar de relajarnos ante la sensación y permitir que siga su recorrido de un minuto y medio mientras nosotros nos mostramos totalmente abiertos y receptivos ante ella, empezamos a decir ¡Oh no! !Oh no! ¡Otra vez!. Nos negamos a sentir la inevitable incertidumbre humana cuando surge de esta forma y hacemos lo que más nos perjudica: ponemos a funcionar nuestra mente a mil por hora para darle vueltas y más vueltas ¿Si pasa esto? Y ¿Si pasa esto otro? Perdemos de vista que ese instante también pasará y nos cerramos ante las emociones, soluciones y en otros escenarios nos cerramos hasta a otras personas.
Las emociones fuertes como la ira, la necesidad, el orgullo o los celos son para los budistas emociones de conflicto que nublan nuestra mente, son nuestro vehículo para escapar de las sensaciones de desarraigo y por eso cada vez que nos dejamos arrastrar por ellas, nuestras costumbres persistentes se refuerzan. Comenzamos a repetir nuestros mismos patrones, lo que nos conduce irremediablemente al sufrimiento.
La causa real de nuestro sufrimiento radica en nuestro Apego al Yo y a las consecuencias del mismo, cada que algo no encaja en nuestro auto concepto inmediatamente sentimos ansiedad, lo que nos hace sentir vulnerables, algo que normalmente no suele gustarnos. Ya que nos da la sensación de que perdimos el control sobre las circunstancias. Sin importar si experimentaron soledad, depresión, ira, la mayoría de las personas tiende a evitar las emociones que les hacen sentir vulnerables sin ser conscientes de que están comenzando un viaje que terminará en el lugar donde empezó.
Para contrarrestar esa respuesta mecánica podemos ejercitar nuestra capacidad de estar presente a través de la meditación, el ejercicio, la oración, el coaching, desarrollar inteligencia emocional o simplemente recurrir al minuto y medio de contemplación, para mirar la situación, sentir la emoción y dejarla ir.
Cuando sientas algún tipo de emoción de la que te quieras deshacer primero reconoce la sensación y dedícale toda tu atención de forma compasiva, inclusive acogedora. Deja de pensar en la historia personal que acompaña al sentimiento, aunque sólo sea durante unos segundos. Esto te permitirá tener una experiencia directa del sentimiento, exenta de cualquier interpretación. No alimentes la sensación con conceptos o juicios sobre si es buena o es mala, porque es perfecta como es. Sólo permanece presente con ella ¿Donde se sitúa en tu cuerpo? ¿Permanece inmutable? ¿Cambia o se desvanece? De esta forma podrás consumir la emoción de una manera tan simple y al mismo tiempo responsable que te sorprenderá que lo lograrás en tan sólo un minuto y medio. Tan sencillo que te hace creer ¡Esto también pasará!.
Que no se te olvide que es posible elegir, podemos pasarnos toda una vida sufriendo porque no podemos asumir con serenidad como son las cosas o relajarnos y aceptar la variabilidad de la condición humana, que es algo cambiante, nunca fijo, jamás objetivo. Es por esto que el tercer y último Voto “Samaya” habla de la elección de aceptar el mundo tal y como es sin prejuicios, sin resistencia, de vivir siempre en el presente.
Conforme avances en este trayecto después de meditar, de orar o incluso después de algunas de las sesiones de coaching empezarás a verte con más claridad y te darás cuenta de lo arraigadas que están tus opiniones sobre ti mismo, inclusive serás capaz de retar dichas opiniones desde una postura de compasión para llevarte a tu Zona de Poder.
Te bendigo y agradezco que hayas leído este mensaje.
C.O. Noé Del Razo López
*Bibliografía sugerida:
Vivir Bellamente, en la Incertidumbre y el Cambio (Pema Chodron)
Un ataque de Lucidez (Jill Taylor)
Un comentario
Super poderoso todo lo que compartes. Te admiro, gracias, me llevo el 3er punto grabado en mi mente y corazón “Samaya”.
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